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viernes, 13 de mayo de 2016

CRÓNICAS DEL BÚHO.


    “La danza de la sangre”

     Capítulo 5

-Deberíamos avisar a la policía –dice el nuevo.
-La policía no puede hacer su trabajo en estos momentos, demasiado para ellos –confirmo-. Para eso estoy yo aquí. –Ve cómo saco mi navaja de la bota y la clavo encima de una mesa que, previamente, hemos puesto al derecho. El hombre da un respingo y se retira.
 No todas las botellas de whisky se han roto, y la chica, de cuyo nombre no quiero acordarme, o no sé si me lo ha dicho, me está sirviendo uno.
-Aquí tienes –me dice.
-Tres hielos. Perfecto . –Doy un buen trago, mi paladar lo saborea y después dejo que baje por la garganta, acariciándola con ardor.
-Además de mover el cuerpo sabes mover bien las manos –digo-. Buena copa.
-Dime –le digo al hombre-. ¿Cómo era lo que te atacó?
-¡GIGANTE! –Se incorpora para decírmelo-. ¡ASÍ DE GRANDE! –Extiende los brazos en su totalidad, como un niño de cinco años refiriéndose a lo grande que es su juguete-. ¡ERA UN BICHO ENORME!
-Como yo lo relaté –dice…
-¿Cómo te llamabas? –pregunto a la chica.
-Suxy –confirma -. ¿Por?
-Simple curiosidad.
-Ok.
-Entonces… -sigo-. El bicho enrome entró aquí, mató a todos y te atacó a ti. ¿Cierto?
-Si sí sí, señor –No deja de estar nervioso.
-Entiendo.
-¡TODO SE CUBRIÓ DE SANGRE! ¡TODO ABSOLU…!
-Eso ya me lo sé –le interrumpo-. ¿Cuánto hace que salió por la puerta?
-No sé, señor… -Piensa-. Como unos veinte minutos o así, más o menos.
-Esta…
-Suxy.
-Eso es –digo-. Suxy y yo llevamos aquí diez minutos.
-Sí, así es.
-¿Y sabes por qué entramos?
-No. Ni idea.
-Porque mis tímpanos casi se revientan después de escuchar un aullido más gigante que el bicho que dices que te ha atacado, por eso mismo.
-¡Y bien que hizo! –Vuelve a gritar-. Casi me mata.
-¿No te enteras de lo que quiero decirte? –le pregunto. Suxy deja caer la botella de whisky que tiene entre sus manos. Creo que ella sí lo ha pillado.
El hombre parece aturdido. No responde.
-Yo… yo… yo.
-Tú.
-Yo… ¡Síiii!
Coge la navaja, salta y atrapa a Suxy. Yo me incorporo con la pipa cargada.
-Suéltala. ¡Vamos! –Le apunto.
-No, no, no –ríe-. Ahora es mía.
-Aquí no hay nada tuyo, maldito licántropo.
-¿Qué? –Es Suxy quien lo pregunta, alarmada.
-Un licántropo inútil –sigo diciendo-. De treinta personas sobrevive él; lleva la ropa destrozada, y para colmo, miente en la hora que supuestamente debería haber abandonado el local, solo que no lo hizo. Es él.
-¡Sí! –afirma. Sostiene a la chica por el cuello, y con la otra mano empuña la navaja, amenazándola para clavársela.
-Cuidado, es muy delicada –afirmo.
-¡Y muy joven para morir!
-Me refiero a la navaja, Suxy.
-¿Qué?
-Venga, baja el arma. No me temblará el pulso a la hora de disparar.
-¡No me importa! ¡Estoy harto de la vida! –dice el bicho canijo-. ¡Ya he cumplido mi venganza!
-¿Qué venganza? –pregunto.
-Todos esos que ves muertos, no son más que timadores. ¡ASQUEROSOS TIMADORES! Me arruinaron la vida con el juego. Ahora los he mandado al lugar que merecen.
-Y, ¿para qué juegas si no sabes? –vuelvo a preguntar.
-¡No le pongas nervioso, Silencio! –grita Suxy-. ¡Quítamelo! Está cerca de la calle, ¡y es luna llena!
-No me hace falta la luna –afirma-. Llevo años convirtiéndome, y he aprendido a hacerlo sin necesidad de ella.
-Suelta a la chica, vamos.
El hombre lobo (esmirriado ahora) comienza a reír. Es una risa escandalosa, y no me da buena espina.
Veo cómo sus brazos se ensanchan. De repente pasan de ser esqueléticos huesos a unos bíceps rollizos. Su vello se eriza, acompañado de una buena capa de pelo. Sus dientes relucen y se agrandan, al mismo tiempo que su mandíbula sobresale. Su risa ya no es tal, sino un rugido molesto para mis oídos. Le cambian los ojos, achicándose la pupila, creándose una pieza romboide y amarillenta.
-¡Silencio! –me grita Suxy, asustada.
-No es hora de callar, sino de dar muerte.
Disparo antes de que termine de transformarse. Hago diana en la mitad de su única ceja bien poblada, y la separo como se separa el resto de su cráneo. Veo cómo le sale un escupitajo de sangre por la parte de atrás, por el orificio de salida. Sus ojos quedan blancos antes de suspirar, trastabillar y caer muerto al suelo. Se desploma como un saco de patatas.
La chica corre hacia mí, y lo hace gritando.
-Ya, ya. Menos gritos, Milagritos. Ya todo pasó.
-¿Está muerto de verdad? –me pregunta.
-Sí.
Lo miro. Vuelve a ser el canijo enclenque del principio. Ni rastro de la bestia.



Capítulo 6

            -¿Ves como no era para tanto? –le digo a la chica. A continuación enciendo un cigarro.
            -Tenías razón –me dice-. Al final resulta que sí eres duro.
            Me mira con ojos golosos. Yo no la miro a ella, sino al reloj.
            -¿Tienes prisa? –me pregunta.
            -Pues sí. Ese búho tarado tiene que pagarme el servicio.
            Parece algo triste.
            -Claro que…
            -¿Qué? –pregunta, ilusionada.
            Doy una calada al cigarro y respondo:
            -Siempre hay tiempo para tomar una copa. Lo único que aquí será imposible. No sé si lo sabes, pero te has cargado la única botella de whisky que quedaba en el bar.
            -Mi casa está cerca –Esboza una sonrisa tonta y me mira con ojos brillantes, como dos manchas de aceite.
            Tiro el cigarro y respondo:
            -Eso me gusta más.
       
             

CIERRE DEL CASO.

El detective Jonathan Silencio se apersonó en la comisaría a notificarme de los resultados de su investigación, que ni fue tal, ni leches, pero el tío se las dio como que había hecho un trabajo excelente.

Me informó que el culpable había muerto después de atacar a la pobre Suxy, ¿un hombre lobo?, ¿en serio?, ya ni discutir, me conformaba con el hecho de que no fuera un alienígena.

Claro que después de escuchar el precio del señor, casi quería que bajara una nave extraterrestre y me llevara lo más lejos posible. Casi me atraganto con el café. ¡Este tío está loco! 5000.00€, pues ni que hubiera matado a King Kong.

Le informé que no tenía esa cantidad, a lo cual me respondió con mucha altanería que no tenía inconveniente en cobrarse de otra manera, apenas iba a responder que podía ir a amenazar a su m…. cuando el Sargento Pérez hizo de las suyas, “recordándome” la caja chica para emergencias.

Ya no sabía a quién meterle un tiro, si al tal Silencio por chulo o a Pérez por idiota. Para resumir, el detective salió forrado del pueblo; yo le pegué una trompada a Pérez, y teníamos un problema menos.

Si solo hubiera sido ese problema, quizá no estaría escribiendo esto…

Nuestro agradecimiento al escritor José M. Bartolomé, por haber "prestado" a su personaje para este relato. 

Sus publicaciones:


Sus libros de venta en: Amazon



13 comentarios:

  1. Pues muchas gracias por usar a mi personaje y darle más vida, y mis felicitaciones, chicos, lo he disfrutado. Larga vida a esta sección y a las colaboraciones entre quienes amamos esto de escribir. Un abrazo a ambos.

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    1. Gracias a ti siempre. Un abrazo.

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    2. Gracias, compi. Me alegro mucho que te haya gustado. Un abrazo :)

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  2. Un estupendo cierre del caso... Mi enhorabuena por esta historia: genial, José, y genial, Thelma, una narración brillante y vibrante, cargada de suspense... Estupendo, espero que las Crónicas del Búho, que han tenido tan excelente comienzo, continúen manteniendo el listón así de alto.

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    1. Muchas gracias José, me alegro que te haya gustado. Que tú pases y comentes es muy grato para mi.

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    2. Muchas gracias, José, me alegro que te haya gustado

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  3. Excelente solución del caso. Me he quedado con ganas de más.Felicidades a los dos.

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    1. Muchas gracias Dolors, me hace ilusión que haya gustado, siempre los experimentos son inciertos y es genial saber que salió bien. :D

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    2. Gracias, Dolors, me alegra que te gustara

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  4. Muuchas gracias, Eva. Me alegro mucho que te haya gustado!! :)

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  5. Buenas tardes , bueno aunque con días de retraso he leído los últimos capítulos de esta nueva sección que anteriormente os comente , pues me parece una buena idea , y mucho más cuando hay varias personas en el proyecto compartiendo escritura.... pero una cosita" los hombres lobos no mueren solamente cuando se les dispara con balas de plata" o este ya murió por mala persona y el balazo que le metieron en esa uniceja ... bueno entretenido y suxy encantadora chica ... saludos y por favor seguir con esta sección creando nuevas historias de personajes ya conocidos .

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    1. Hola, Campirela, me alegro mucho que te haya gustado. Sí, yo también tengo entendido que los hombre lobo mueren con balas de plata, pero hice que Silencio disparase mientras se está convirtiendo, de esta forma todavía sigue siendo medio humano y una bala normal le sirve. Thelma y yo lo miramos y decidimos dejarlo así, si no, se habría extendido a una lucha de muchas más páginas y no tengo experiencia para escribir sobre licántropos jajajaja. ¡¡Muchas gracias!! Saludos :)

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